El entrenador y escritor, Angel Cappa, muestra a través de este libro diferentes puntos de vista, de distintos jugadores, entrenadores y ex-profesionales.

La óptica de distintos profesionales convergen en un punto en especial: La falta de amor por la pelota.

El exitismo, la falta de apoyo en cada proyecto, el incremento físico de los jugadores, hacen que las nuevas tendencias de juego, como el fútbol directo (básicamente, jugar en largo hacia un delantero en ofensiva), lleven al fútbol a un espectáculo sin vértigo, predecible, sin sorpresa.

Jugadores de la talla de Milito, Forlán, Guti, hasta el mismísimo Juan Román Riquelme, muestran el otro lado del deporte. Ven como sus carreras se van modificando, que ya no sienten el sentimiento por jugar bien a la pelota, hasta reconocen que cada vez cuesta más disfrutar del fútbol.

«Cuando acaba el partido, te sientas en el vestuario y raramente sientes haber disfrutado. Eso ya pasó a la historia.  Y eso se refleja en la cancha»

Igualmente, me gustaría señalar algunas frases que me gustaría compartir con el lector:

«Los crack siempre te escuchan. Los que no, son cracks difíciles de manejar. La gente está confundida. Como entrenador es mucho más fácil llegarle al crack o al que sabe jugar bien porque siempre escucha, es inteligente» Johan Cruyff

«En el barca nuestros entrenamientos están basados en el cambio, nunca hacemos dos entrenamientos iguales. Los jugadores pierden interés si hay mucha repetición» Paco Seirulo (Prep. físico Barcelona)

«Utilizar las pesas de forma genérica, en forma ajena al fútbol, es un error. Si haces tres saltos de pierna, como ejercicio pero sin balón, no tiene sentido» Paco Seirulo (Prep. físico Barcelona)

«Teniendo extremos puedes atacar más arriba, jugar en campo contrario y por lo tanto, los recorridos son menores. Jugando así renuncias al contraataque, pero yo lo asumo, es mi forma de jugar.. Mis equipos empiezan a partir de los extremos» Pep Guardiola

«En Europa, la primera vez, hice la pretemporada con el Barcelona, me pareció rara, fue liviana. Usábamos la cancha entera y con pelota. Había una vallita, la saltábamos, frenábamos, pateabas al arco… A veces pienso que los jugadores estamos confundidos porque creemos que si vamos hasta arriba de la montaña corriendo y bajamos, vamos a gambetear mejor» Juan Román Riquelme

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