A muchos entrenadores y cuerpos técnicos se nos plantea una encrucijada a la hora  que cambiar o modificar un sistema táctico ante la falta de resultados o rendimento deseado, es un dilema con el cual convivimos y esta publicación periodistica nos ilustra y nos brinda una visión muy actual acerca del tema. Fuente diario OLE 05-10-2010

El problema es Borghi, no el sistema

El DT no negocia su ideal por cuestión de “principios”. ¿El cambio es traición o signo de apertura?

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No hay sistemas buenos o malos. No hay magia en el fútbol, ni recetas infalibles. En 80 años de profesionalismo, se ha ganado y perdido con todos los dibujos. La cuestión es cómo usarlos, cuándo usarlos y que nunca sean prioritarios sobre los intérpretes.Dos casos de tacticistas en las antípodas: 1) Bielsa eligió volverse de Japón en primera ronda antes que probar a Bati y a Crespo juntos; 2) Bilardo, campeón y subcampeón del mundo con su 3-5-2 copyright, llegó a Boca y defendió un semestre con línea de cuatro hasta que pudo inculcar sus conceptos y contar con los jugadores para su idea madre. Pese a que se encargue de remarcar las diferencias, Borghi está más cerca de la actitud de Bielsa en la exacerbación del dogma por encima de la práctica (llámese realidad).En este torneo, muchos técnicos han variado en función de las circunstancias, les haya ido bien o mal. Lo hizo Sabella cuando pasó a defender con cinco y atacar con uno. Lo hizo Ramón Díaz cuando eligió ir a Santa Fe con un esquema que revela cuánto tiene de italiano su ADN. Contra Boca lo hicieron Romero, de All Boys, que resignó su enganche para darle más vigor al mediocampo; y Zubeldía, que agregó un central para que su dupla habitual no lidiara mano a mano con los dos animales de área que asustan desde la tabla de goleadores.¿Por qué no puede cambiar Borghi, aunque sea eventualmente? ¿Qué principios estaría traicionando? ¿El hecho de haber sido campeón con este sistema le da el derecho de no cambiar aun cuando los jugadores sean distintos? Cinco derrotas en nueve partidos son un mensaje lo suficientemente claro de que así no funciona. Y que el técnico no modifique un ápice su postura habla de una personalidad tozuda o de un profesional limitado: el fútbol no tiene una sola verdad. Tampoco lo era el 4-3-1-2 con el que Boca vino perdiendo sistemáticamente desde el 2009. Con una salvedad: hay muchos jugadores distintos respecto de aquellas campañas.El domingo, Boca empezó a tambalear cuando se le fundieron los dos pistones que iban incansablemente hasta el fondo. Gaona se contracturó y debió salir. A Clemente se le nubló la razón y terminó siendo la cara de la derrota en cancha. Borghi, ayer, renegaba de la cantidad de veces que habían ido los aleros porque perdían sorpresa y gastaban las piernas. ¿Son ellos los responsables o un equipo que los usa como única variante a falta de juego interno y la necesidad de asistir a las dos torres? ¿Tendría el mismo desgaste Clemente si fuera lateral y tuviera la posibilidad de hacer un tándem con un volante externo? ¿Habría quemado su picante Gaona si arrancara 30 metros más adelante con un lateral relevándolo de funciones defensivas y alcanzándole la pelota? Ni buenos ni malos. Los sistemas no tienen vida propia: se la dan los jugadores. Borghi ya recorrió casi todo el plantel. ¿Tocará el parado? ¿O dejará que los “principios” puedan precipitarlo hacia un final sin remedio? 

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